Escribe: Budha
A pesar de haber sufrido el sometimiento durante largos períodos de sus dos vecinos gigantes (Rusia y China) este país en el corazón de Asia supo mantenerse indemne, conservando su cultura nómada y sus rituales ancestrales hasta nuestros días. Con la menor densidad de población del planeta, este territorio de estepas, montañas y desiertos se ofrece como un territorio libre de turistas y como una posibilidad ideal para los que disfrutan del turismo aventura.
Mongolia es un país interior, sin salidas al mar, que se
encuentra entre dos vecinos gigantes: la Federación Rusa y China. Fue
inconmensurablemente más grande durante el periodo de la conquista mongol bajo
Gengis Khan y Kublai Khan. Hasta el siglo XX, Mongolia tenía un tamaño tres
veces mayor que el actual, incluyendo una gran parte de Siberia y la Mongolia
Interior, hoy controlada por China.
Situado
en el centro de Asia, es el sexto país más grande de Asia y el número 18 en
todo el mundo, pero el ránking de los récords no se queda ahí: Mongolia es,
además, uno de los países de mayor altitud del mundo, con una de las capitales
más elevadas de Eurasia. La altitud media es de 1.580 metros sobre el nivel del
mar, siendo el pico Huiten el punto más alto (4.653 metros), al oeste, y el más
bajo, el lago Khokh Nuur, al este (532 metros bajo el nivel del mar). Otras
ciudades importantes, además de la capital Ulan Bator, son Darhan y Erdenet.
Las montañas dominan los dos tercios del país, a cuyas laderas se extienden llanuras y estepas, sólo interrumpidas por grandes ríos, y al sur, por el conocido desierto de Gobi.
Es el país de Genghis Khan y sus hordas, y del temible Atila el huno, del que todo lo que se sabe no son más que datos inseguros, pues los cantos de la época no lo mencionan. Disfruta todavía del sabor de la virginidad turística: no hay legiones de cámaras compactas, no abundan las falsificaciones para engañar al extraño y los paisanos aún muestran naturalidad al ponerse ante una cámara. Escuchan con atención y atienden con cordialidad... en definitiva: un lugar increíble.
En el año
1203, un único Estado mongol se formó, basado en grupos tribales nómadas bajo
el liderazgo de Gengis Khan. Este y sus sucesores inmediatos conquistaron casi
toda Asia y Rusia europea, y establecieron armadas incluso en Centroeuropa y en
el Sudeste de Asia. Kublai Khan, nieto de Gengis Khan, conquistó China
asentando la dinastía Yuan ( 1279–1368 ), y su nombre sonó por toda Europa a
través de los escritos de Marco Polo. Sin embargo, a partir de 1868, los
mongoles fueron vencidos en China y su poder disminuyó considerablemente.
Los
manchúes, que conquistaron China en 1644 y formaron la dinastía Qing, lograron
someter a Mongolia bajo su control en 1691 como Mongolia Exterior, al tiempo
que los nobles mongoles de Khalkha juraban una alianza con el emperador de
Manchuria. En 1727, Rusia y la Manchuria china concluyeron el Tratado de
Khiakta, delimitando las fronteras entre China y Mongolia.
Mongolia
Exterior fue, sucesivamente, una provincia china (1691–1911), un Estado
autónomo bajo la protección de Rusia (1912 – 19), y de nuevo una provincia
china (1919–21). Al menguar el poder autoritario de China, y en el momento en
que Rusia y Japón entraban en guerra, Rusia decidió proporcionar ayuda
diplomática y militar a Mongolia. Así, en 1911, Mongolia proclamó su
independencia de China, poco después de la sublevación china contra los
manchúes. En 1913 y 1915 se firmaron acuerdos por los que el gobierno ruso
obligaba al nuevo gobierno republicano chino a aceptar la autonomía de Mongolia,
pero sin renunciar a su control.
La
Revolución Rusa y la guerra civil dieron a China la oportunidad de restablecer
su poder en Mongolia Exterior, en 1919. Pero tras las victorias militares
soviéticas en los años 1920, Moscú volvió a ejercer una gran influencia sobre
Mongolia. La República Popular de Mongolia fue proclamada el 25 de noviembre de
1924.
En un
esfuerzo de reformar los aspectos socioeconómicos, el régimen comunista mongol
aplicó medidas extremas que atacaron a las dos instituciones más importantes
del país: la aristocracia y la orden religiosa. Esto provocó diversas
manifestaciones anticomunistas entre 1932 y 1945.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, a causa de la amenaza creciente de los japoneses
sobre las fronteras de la Manchuria mongola, la Unión Soviética volcó su apoyo
sobre Mongolia, y en el verano de 1939, ambas armadas aliadas vencieron a los
japoneses.
Finalizada la guerra, Mongolia mantuvo su relación con la Unión Soviética, pero además conoció una apertura sin precedentes, estableciendo nuevas relaciones con Corea del Norte y con los nuevos gobiernos comunistas de Europa del este. En 1961 pasó a ser miembro de la ONU. En 1966, la República Popular de Mongolia volvió a firmar un pacto con la URSS, y sus relaciones con China no cesaron de deteriorarse, llegando a la expulsión de 7.000 chinos residentes en Mongolia para ser devueltos a China
Bogd Khan foi o primeiro e único Khan da Mongólia
após a declaração de independência da dinastia Qing em 29 de dezembro de 1911.
Ele também era o líder espiritual do budismo tibetano na Mongólia sendo a
reencarnação do oitavo Jebtsundamba Khutuktu.
Nascimento: 1869, Litang County, República Popular
da China
Falecimento: 17 de abril de 1924, Ulan Bator,
Mongólia
Cônjuge: Tsendiin Dondogdulam(de 1902 a 1923)
El modo
de vida de los mongoles es nómada y está estrechamente relacionado con el de
los animales. A pesar del proceso de urbanización, las tradiciones de las
estepas perduran. Incluso en las ciudades, muchos mongoles continúan viviendo
en un gher, una gran tienda de color blanco fácilmente transportable. Las
puertas siempre miran hacia el sur; al fondo y a la izquierda está el espacio
reservado para los invitados; al fondo está el khoimor, la habitación para los
más ancianos y para los tesoros, y más allá se encuentra el altar familiar, con
imágenes budistas y fotografías de la familia.
Los
mongoles han venerado siempre el budismo tibetano, y las relaciones entre
Mongolia y el Tíbet son profundas y antiguas. Al menos una vez en la vida, cada
budista mongol devoto intenta alcanzar la ciudad sagrada de Lhasa. En 1921, en
el momento en que empezó a regir el comunismo, había 110.000 lamas (monjes)
viviendo en unos 700 monasterios. En los años 1930, miles de monjes fueron
arrestados y desterrados a Siberia. Los monasterios fueron clausurados y
saqueados, y prohibidas todas las ceremonias religiosas. Sólo en 1990 fue
restablecida la libertad de culto, e incluso algunos ex oficiales soviéticos se
han convertido en lamas (¡!).
La
pintura, la literatura y la música de Mongolia están fuertemente influenciadas
por el budismo tibetano y por el nomadismo. Los nativos bailan el tsam para
exorcizar los malos espíritus y en él se vislumbran las reminiscencias del
chamanismo. La música tradicional incluye una gran variedad de instrumentos y
cantos, entre los que destaca el canto khoomi: voces masculinas delicadamente
entrenadas, desde los tonos más graves hasta los más altos, que se combinan en
plena armonía. Y en ningún espectáculo mongol falta el contorsionismo, que
tiene una larga tradición.
La buena
suerte es un caballo invisible que el afortunado cabalga sin que se note. En el
momento en que quieras domar al caballo las cosas dejaran de sucederte
suavemente y caerás en la desgracia de Temujin. Los mongoles cuentan esta
historia y en Mongolia llaman a este caballo Khiimor y a Temujin, igual que en
todas partes, por su título de Gengis Khan, el Gran Khan de todos los mongoles,
del que dicen que desciende uno de cada doscientos hombres actuales. Aquí en
las estepas de Asia Central no cabalga sólo el espíritu del cruel Khan, por encima
de todo cabalga el viento y sobre el viento el ulular del lobo del que dicen
que descienden los mongoles, pero no ha sido ni la nieve ni los lobos ni los
camellos de Mongolia lo que ha llegado más lejos en el mundo, sino sus
palabras: embajador viene del mongol y Dalai Lama quiere decir el ‘Monje del
Océano' en la lengua de los tártaros y es que a pesar de que no haya apenas
literatura mongola, sus voces e historias están impregnadas en su tierra.
Nadie se
lleva de Mongolia nada que no haya traído consigo, la inmensa estepa es como el
abrevadero de los corazones, lo superfluo desaparece y lo esencial fluye.
Estamos muy cerca del cielo y por todas partes se levantan las escaleras
budistas hacia los mundos superiores. Mongolia es un Tíbet gigante y salvaje,
no por nada se refugió aquí un Dalai Lama y el budismo lamaísta trata en miles
de estupas de unir un mundo con otro.
Además de
sus paisajes, Mongolia está lleno de templos budistas y monasterios donde los
lamas mantienen sus costumbres en la oración. En Ulan Bator los dos más
importantes son el Templo Zuu, construido en el año 1357, y conocido como el
templo «Secret Tantra, donde las creencias comunes no tiene cabida». Es un
templo tibetano creado por 16 misioneros de la época. Pero el más relevante y
el de mayor actividad es el de Gandan, en el centro de la capital, donde cada
mañana se reúnen decenas de lamas para rezar. En uno de sus templetes hay una
imagen de Buda hecha en escayola de más de 20 metros de altura, sustituyendo a
la original, hecha de bronce pero que fue fundida por los chinos para construir
cañones.
El
monasterio de Gandan Hiid es una de las atracciones de máximo interés: fue unos
de los centros budistas más importantes de Asia, salvándose parcial y
milagrosamente de la purga comunista de los años 30 contra sus «principales
oponentes ideológicos». Por toda Mongolia la represión dejó tras de sí la
muerte de 30.000 monjes, cerca de 70.000 exiliados, más de 700 monasterios
destruidos y un expolio incalculable de oro, plata y piedras preciosas. Desde
el año 1990, se han construido ya 157 nuevos monasterios, un hecho que
demuestra el fervor religioso de los mongoles. Por fin, Ulan Bator tiene
también una ruta de museos entre los que destacan el fascinante Palacio de
Invierno del último emperador Bogd Khan y, sobre todo, el Museo Natural de
Historia Mongola, que acoge esqueletos completos y huevos petrificados de
dinosaurios.
Los
mongoles vienen celebrando el Tsagaan Sar (el Mes Blanco) desde hace milenios.
Es el Año Nuevo según el antiguo calendario lunar, y se celebra durante tres
días a finales de enero o principios de febrero con motivo del fin del otoño y
comienzo de la primavera, con comida y bebidas en abundancia.
Es
durante estos días cuando la hospitalidad de los mongoles llega a su máximo
grado: las casas se llenan de invitados, se ofrecen diversos productos lácteos
y buuz (budines de carne de ternera o de carnero). Las tostadas se hacen con
leche de yegua fermentada (airag) o con una destilación de leche fermentada de
vaca (arkhi). Los días se alegran con canciones tradicionales y felicitaciones
llamadas zolgoh, en las que los más jóvenes muestran su respeto a los más
ancianos, y visitan otros «ghers» y monasterios.
El Naadam
es la fiesta nacional de Mongolia, celebrada cada año en el mes de julio, y es
actualmente el principal espectáculo para los turistas. Los eventos culturales
más significativos e importantes de esta fiesta son tres juegos masculinos que
incluyen la lucha a brazo partido, las carreras de caballos y el tiro con arco.
En la
Mongolia rural la vida es nómada, y allí los tiempos pasan pero las tradiciones
perduran. No hay tendidos eléctricos, ni apenas carreteras, el clima es
implacable y las distancias son enormes. Con el 40% de la población siendo
nómada igual que lo eran sus antepasados desde épocas de Genghis Khan, Mongolia
es, con toda seguridad, el último bastión de nomadismo en el mundo.
Cada
mongol cuenta con doce cabezas de ganado, sumando un total de treinta y cuatro
millones de caballos, cabras, bueyes, ovejas, camellos y yaks —animal éste de
tiro y originario de las montañas del Tíbet—. Los animales les dan todo lo que
son: transporte, pieles, leche, carne, posibilidad de trueques... y en justa
compensación, las familias se trasladan distancias kilométricas con ellos, en
cada estación, en busca de los mejores pastos. Difícilmente se distingue el
progreso en el entorno rural con menor densidad de población del mundo: apenas
la estampa surrealista de alguna antena de televisión por satélite frente algún
ger o el soplo tecnológico de un puñado de caballos de acero, las irreductibles
motos de fabricación rusa, tan resistentes como los legendarios caballos
mongoles de carne y hueso.
La vida
es muy básica: los animales tiran aún de carros con ruedas de madera maciza.
Viven en gers con chimeneas alimentadas con estiércol porque escasean los
árboles en la estepa y en el desierto. Visten el deel, el vestido de lana
nacional mongol. Cabalgan a lomos de un caballo. Y comen únicamente carne —de
camello en el Gobi, de yak o cabra en las montañas, y de oveja en el resto del
país— hervida, frita, curada o ahumada —para que resista el crudo invierno— y
todas las variedades lácteas imaginables. Con las familias distanciadas a más
de cincuenta kilómetros unas de otras, están condenados a una vida muy
solitaria, lo que les fuerza a ser especialmente autosuficientes y a mostrar
una generosidad sin límites, entre ellos y con los viajeros. Están siempre
abiertos a conocer gente y a aprender cosas nuevas.
Dice la tradición que se puede recorrer todo el país sin soltar un céntimo, porque los nómadas siempre ofrecen al visitante comida y lecho. Para ellos, es indecoroso pedir dinero por la hospitalidad. Saben en qué consiste la supervivencia y el valor de la ayuda.
Los amantes de los caballos pueden
visitar la Reserva Natural Khustain Nuruu, creada en 1993 para preservar a los
caballos salvajes takhi y las estepas en las que viven. Está a unos 200
kilómetros de Ulan Bator.
Es la antigua capital imperial que más tarde fue destruida por los soldados manchúes. Sin embargo se ha conservado el espléndido monasterio de Erdene Zuu (Cien Tesoros), que fue el primer centro del Lamaísmo en Mongolia. La ciudad sigue reflejando las huellas de su pasada gloria, protegida por los tres templos que representan las tres etapas de la vida de Buda: la infancia, la adolescencia y la edad adulta. El templo principal se llama el Zuu de Buda, y fuera del monasterio están las dos «rocas de tortuga», y más allá, escondida en un pequeño valle, se encuentra la «roca fálica». Según la tradición, toda mujer que la visite debe tener relaciones sexuales en menos de 24 horas.
Es una
maravillosa muestra de la naturaleza virgen, con un lago de 2760 kilómetros de
un agua tan límpida que es perfectamente potable; montañas por doquier (unas
2.000), frescos pinares y graciosos yacs y caballos galopando con toda su
elegancia. Es el lago más profundo de Asia Central.
Durante
el invierno sus aguas están heladas, y se utiliza como una autopista temporal
para cruzar hacia la zona de Siberia.
La mayor
parte de la economía de Mongolia está basada en productos naturales. Bonitos
recuerdos son las alfombras tejidas a mano, vestidos de lana, abrigos,
cachemir, productos de pelo de camello, acuarelas y óleos mongoles, y graciosos
juguetes de madera, puzzles y juegos.
Los
mercados de comida suelen estar bien abastecidos, aunque los productos
importados de Rusia y de Europa occidental y oriental pueden ser algo más
caros. Muchas tiendas en Mongolia tienen la apariencia de pequeños quioscos,
dentro de tiendas más grandes. Y dado que casi todas las tiendas parecen vender
lo mismo, habrá que buscar exhaustivamente lo que se quiera comprar.
En las
calles de Ulan Bator hay un gran número de «Tuuts», quioscos o puestos donde
venden aperitivos y provisiones generales.
Los
viajeros más temerarios tal vez se atrevan a visitar el «Mercado Negro», un
inmenso mercado en las afueras de Ulan Bator. Allí se puede comprar
prácticamente cualquier cosa (si se logra esquivar a la cantidad de gente que
hay), y puede ser divertido, pero hay que estar atento ya que son frecuentes
los robos de relojes y monederos.
En general, Mongolia tiene un clima continental, pero el tiempo puede cambiar bruscamente, e incluso la temperatura diaria fluctúa entre los 20ºC y los 30ºC. El mes más frío es enero, y en algunas regiones, como al norte de Khuvsgul Aimag, ¡la temperatura baja hasta los 45ºC o 52ºC bajo cero! En cambio, el mes más caluroso es julio, alcanzando, en las zonas del sur, los 25ºC o 30ºC. En general, todo el clima es bastante árido, pero también se dice que Mongolia es la tierra de los vientos. En el desierto de Gobi y en las estepas, los vientos acaban a menudo en tormentas devastadoras, logrando una velocidad de 15-25 metros por segundo. Una vez más, Mongolia bate el récord: Ulan Bator es la capital más fría del mundo en invierno, pero afortunadamente goza de un verano caluroso. Además, es un país soleado, con 250 días de sol por año. No llueve ni nieva demasiado, ya que el clima es muy árido, pero lo suficiente en julio y agosto para abastecer los ríos. Se recomienda viajar en verano.
La moneda de Mongolia es
el tughrik, que equivale a 100 möngös. La mayoría de los bancos y los grandes hoteles
en Ulan Bator cambian las principales divisas, particularmente el dólar americano.
Es posible cambiar cheques de viajes así como retirar dinero en efectivo con
tarjetas de crédito. Las propinas resultan ser sorpresas inesperadas para los
humildes mongoles, pero son muy bienvenidas. Hay que tener en cuenta que muchos
establecimientos incluyen ya un impuesto del 13% en sus precios, de modo que
una propina del 10% de la cuenta será muy razonable.
Siendo un vasto país con una población esparcida y poca infraestructura, Mongolia depende enormemente del transporte aéreo. Hay más de 80 aeropuertos, pero sólo algunos de ellos tienen pistas pavimentadas. MIAT es la principal línea aérea internacional, y vuela a casi todas las capitales de provincia. Pero no existe el sistema de reservas informatizado, y a menudo los turistas pagan más que los nativos. Además, hay que tener en cuenta que los horarios de los vuelos varían frecuentemente. Los autobuses empiezan a ser cada vez más populares para viajar por el país, pero los servicios son aún limitados; es un medio de transporte lento, no muy cómodo, y en ocasiones los conductores van bebidos. De Ulan Bator salen las rutas principales, pero éstas no llegan a la Mongolia occidental. Algo más caros son los minibuses, pero en ellos se puede viajar más rápida y cómodamente, por los puntos más turísticos. Mongolia cuenta con una red de ferrocarril de 1750 kilómetros de norte a sur, que conecta a China con Rusia. Los taxis son útiles sólo para las carreteras pavimentadas (sólo 1.400 kilómetros de un total de 47.000 kilómetros lo están). Pero para la mayoría de las carreteras sin pavimentar, el transporte ideal es el todoterreno, aunque suelen ser lentos, y las averías son frecuentes. Normalmente el servicio de los todoterrenos incluye un conductor y/o un guía, y se trata de un todoterreno público: se comparte con otros viajeros. De todos modos, no es muy buena idea que el turista conduzca su propio todoterreno, aunque posea el permiso internacional de circulación. Por otra parte, la gasolina puede resultar difícil de encontrar, no así, desgraciadamente, los accidentes de tráfico.